martes, 6 de septiembre de 2011

                          Una relato corto de CARLOS LEIRO a caballo entre la realidad y la ficcion.


En la Ensenada de San Simón  el mar estaba en calma.
La noche lo llena todo. La quietud es total. Solo se oye un leve chapoteo provocado por el choque de las olas contra el casco de una lancha que se acerca.
La noche esta fría y una densa niebla rodea la frágil embarcación donde dos hombres discuten. La barca estaba cargada hasta los topes de unos bultos más que sospechosos; sobre todo en una época donde el contrabando de todo tipo de artículos estaba al orden del día.  La guerra había dejado el país desabastecido y muchos desalmados hacia su particular agosto a cuenta de las necesidades básicas de las familias que quedaron en la zona.
En noches como esta ni siquiera la guardia civil patrullaba estas aguas frías y oscuras donde siglos antes se librara la Batalla de Rande en la que la Flota Española de Indias lucho contra la armada Anglo-Holandesa en defensa de los tesoros que los Españoles traían de sus colonias. Los habitantes de la zona hablaban de noches en las que podían escucharse los cañonazos de la batalla y los gritos de auxilio de los cientos de marineros que en ella murieron. Nadie navegaba en esas aguas de noche…nadie con buenas intenciones.

En la lancha seguía el fragor de la trifulca a medida que avanzaban. Los hermanos Castro,  continuadores de una saga de contrabandistas de Redondela de toda la vida, discutían sobre el precio que habían pagado por la mercancía que transportaban. Nunca estaban de acuerdo en nada. La bronca termino cuando entre la niebla divisaron una tenue luz enfrente de ellos.
-  Mira - dijo Juan tapando la boca a su hermano-  es el farol que deje como señal.
- Pues ya era hora- respondió su hermano Andrés quitando la mano de Juan de su boca.
- Un poco más hacia delante esta el Muelle de las Monjas-  Juan tanteaba con un palo en la parte delantera de la barca buscando las rocas -cuidado con chocar con algo-  dijo alejando la barca de unas rocas de la orilla -con esta niebla del demonio no se ve nada.
Lo poco que dejaba ver la densa niebla era el contorno de las rocas que rodeaban algo más grande que se adivinaba tras ellas...algo macabro y  que no invitaba a acercarse...la  niebla se hizo un poco menos espesa y dejo ver un muelle destartalado con una rampa por donde antiguamente subían los presos que eran descargados como ganado de los barcos que los transportaban desde la costa. Habían llegado a su destino...la Isla de SAN SIMON.

- Ya estamos en la puta Isla Negra- dijo Juan bajando de la barca de un salto al muelle para iniciar el amarre.
- se mas respetuoso. Aquí murió mucha gente.
- Pues muertos están- Juan tiraba de la lancha hacia el muelle con la cuerda de amarre- no es precisamente a ellos a quien hay que temer sino al cabrón del teniente Rodriguez Veloso y a sus hombres.
-Son capaces de venir a jodernos aun con la noche de perros muertos que hace hoy.
- No creo que muevan su feo culo del cuartelillo con una noche así.-  Andres descargaba los bultos en el muelle mientras su hermano terminaba de amarrar el bote.-  de todas maneras...cuidado. Vamos a terminar el chollo cuanto antes para podernos ir de aquí.

Los dos hermanos recogen los bultos y se dirigen hacia la verja que separa el muelle  del resto de la isla. El primero edificio que se ve es el del destartalado hotel. En él los pasajeros de los barcos que llegaban de zonas peligrosas debían pasar cuarentena. Detrás de él, el viejo depósito de agua que se alzaba junto a los árboles centenarios que lo rodeaban. Parecía uno más apuntando con sus ramas al cielo. Frente al hotel el Paseo de las Acacias, recuerdo del que en su día fue un bonito lugar para pensar y disfrutar del paisaje. Al fondo el cenador, donde se habían celebrado bailes y cenas en honor de algunos ilustres visitantes en su época dorada. Hoy en día oxidado y con muy pocos de sus originales cristales de colores en su sitio.
Los dos hermanos caminaron en la negrura de la noche alumbrados por sus farolillos de aceite hacia la capilla de la Isla. Era una capilla construida por los Caballeros Templarios en la época en que fueron perseguidos en Francia. Muchos de ellos huyeron hacia distintos países de Europa. Un grupo de ellos acabó aquí, en la Isla. Algunas leyendas hablaban de tesoros que trajeron los Templarios en su huida y de piratas que encontraron refugio en la isla negra hacía muchos años. Todo eran leyendas… ¿o no?..
La pesada puerta se abrió emitiendo un crujido de madera vieja. Del interior, salió un olor a madera carcomida, húmeda. Hacía años que no se utilizaba, y seguía allí después de tanto tiempo, mudo testigo de las visitas del Pirata Drake que con sus barcos medio desvencijados después de varias palizas infringidas por los Lisboetas, en su huida acostumbraba a desembarcar en san Simón para desvalijar a los pobres monjes que malvivían en ella.
La capilla estaba medio destruida. El paso de los años y el abandono habían hecho mella en su mobiliario,  los retablos y en la descolorida imagen del santo protector del que nadie sabia por que fue el elegido para dar su nombre a tan macabra isla. Los velones yacían en el suelo y los antiguos candelabros de hierro forjado estaban oxidados y casi completamente corroídos.
 Los hermanos se dirigieron hacia el altar sorteando viejos legajos de libros mojados por la humedad y restos de la decoración que se había desprendido de las paredes. Bajo el retablo casi indescifrable que adorno en su día el altar de la capilla, un escalón escondía un viejo resorte encontrado por los hermanos cuando cruzaban a nado desde la playa siendo niños, la pequeña distancia que separaba la isla de la costa en las mareas bajas. La pequeña pandilla de hijos de marineros casi todos muertos o desaparecidos años después durante la guerra civil, a los que las tareas propias de su oficio, sobre todo en aquella época de penuria obligaban a descuidar la educación de sus vástagos y a no poder controlar donde desarrollaban su juegos en su ausencia. A  aquellos padres no les hubiera hecho mucha gracia saber que sus hijos jugaban en la Maldita.....La Negra. Así era como llamaban a la isla los que toda su vida habían vivido de los recursos que ella les suministraba e inexplicablemente habían abandonado para no volver a pisar jamás.

                                                                     Capitulo II-


La isla esta situada en la Ensenada de San Simon, en el extremo interior de la ría de Vigo, que baña en sus negras y frias aguas los ayuntamientos de Redondela, Sotomator y Vilaboa.
Está unida a su vecina Isla de san Anton por un puente. Dos pequeñas islas con apenas 250 metros de ancho y 84 de largo, acompañadas de otros dos pequeños islotes: San Bartolomé y San Norberto.
A lo largo de su historia la isla fue empleada como monasterio, lazareto y durante la guerra civil fue cárcel del bando nacional y posteriormente hogar para niños huérfanos.
La isla fue un antiguo centro monástico cantado por el poeta Mendinho en la edad media.
Durante los siglos XII y XIII estuvo habitada por los Monjes Templarios y luego fue hogar de curas franciscanos, la orden de los pascualinos de San Simón. Pero en 1370 esta orden religiosa sufre la excomulgación, viéndose obligada a abandonar la isla. Después de permanecer casi un siglo abandonada, la diócesis de Tuy, que hasta el momento tenía el control político de la isla, se la cede a Isabel la Catolica, en un acto de agradecimiento por su fidelidad. En 1589 fue saqueada numerosas vedes por corsarios ingleses, entre los que se encuentra el célebre Francis Drake, que la asaltó varias veces
La ensenada fue escenario de la Batalla de Rande en 1702 cuando los navíos de Holanda y de Inglaterra, unidos por la Guerra de Sucesion contra la corona de Castilla, trataron de asaltar la flota de Indias cargada con las mercancías de casi 3 años. Los galeones pertenecientes a la Corona de Castilla y escoltados por una policía francesa que provenía de America y que se saldó con la derrota de las fuerzas franco-castellanas. Una gran parte del contenido de los galeones (que se cree que era oro, plata, diamantes, especies como el cacao y también maderas nobles y tabaco) fueron saqueadas por los navíos ingleses de la Reina de Inglaterra (Ana I de Estuardo), pero el intento de frustrar las expectativas de robo, una gran parte de las riquezas de los barcos fueron tiradas al mar, y un gran porcentaje de oro y plata perteneciente a la corona de Castilla ya había sido descargado hasta Madrid, semanas antes del enfrentamiento. Posteriormente, los integrantes de las flotas anglosajonas asaltaron las aldeas cercanas a laRia de Vigo, con especiales efectos devastadores en aldeas como Cangas do Morrazo, Redondela, Vigo, Sotomayor y Arcade; a las que quemaron y “asolaron”. La isla de San Simón también sufrió las consecuencias de las tropas inglesas.
La iglesia de San Pedro quedó casi totalmente destruida, hasta su posterior restauración en el siglo XIX. Los testimonios elaborados sobre el paradero de las riquezas desde el suceso son confusos, y las numerosas inmersiones realizadas en diferentes años posteriores al hundimiento de los navíos revelaron la inexistencia del oro y de los otros materiales preciosos alrededor de la isla.
En 1719, el almirante Michelle penetra en la isla. Posteriormente existe una nueva amenazada por parte de las tropas francesas de Napoleón en la Guerra de la Independencia Española y la isla fue abandonada y habitada en numerosas ocasiones.
La continua ocupación por órdenes monásticas se debía a su bonita situación geográfica, ya que estaba aislada, en un lugar tranquilo, y cerca del monasterio de Poio, uno de los más importantes de la época.
Todo este contexto de invasiones y saqueos por parte de piratas e almirantes extranjeros provoca un estado de inestabilidad en la isla y en la comarca en general. Además, simultáneamente sucedía un conflicto a nivel gallego, las Guerras Irmandiñas. El archipiélago de San Simón fue también testimonio de estos conflictos, y el representante de Sotomayor Fernando Andrade, resulta herido de gravedad. Desde mediados del siglo XVII la isla permanece abandonada. Posteriormente, por Real Ordenanza de 6 de Junio de 1830, y de la mano del comerciante riojano Velazquez Moreno se procedió al habilitamiento y acondicionamiento de la isla para convertirla en una leproseria o lazareto. En la isla de San Antón estaban los enfermos sin cura, mientras que en la de San Simón se albergaba el resto. Dadas las frecuentes cuarentenas a las que estaban sometidos los navíos de la ruta americana, era un elemento indispensable para todo puerto que quisiese entrar en las vías marítimas de recorrido largo, lo que fue un hecho diferencial y vital para la expansión del Puerto de Vigo  y el establecimiento de las  conserveras catalanas que trajeron consigo nuevas técnicas de organización empresarial y de manufacturas. Así, las numerosas epidemias de cólera y lepra procedentes del exterior eran eliminadas. La leprosería se clausuró en 1927, y se construyó también el puente que une la isla de san Antón, ya que hasta entonces el único medio de comunicación entre las dos islas era el marítimo. 
 Más tarde, y durante la Guerra Civil, el edificio que veis -en el centro del islote- fue cárcel de "rojos". ¿Acaso los "rojos" eran diferentes de los apestados, a los ojos de los nacionales?.
En los sótanos de esta cárcel se confinaba a quienes tenían ideas progresistas en un intento de lavárselas, porque las celdas se inundaban en pleamar... Los republicanos vivían así su cautiverio con "el agua al cuello....". 
Dicen que las rías gallegas se habrían formado durante el descanso de Dios, tras la Creación... Según esta leyenda el Sumo Facedor se quedaría dormido, agotado tras 7 días de continuada labor, y apoyaría -en su sueño- la mano derecha sobre Galicia, dejando la impronta de sus dedos. Dicen también que las islas que salpican estas rías serían consecuencias del despertar de este sueño divino: cuando Dios al levantarse, se sacudió el barro de la mano, dispersándolo en forma de terruños que hoy tienen encanto y nombre propio: Cíes, Ons, Sálvora, San Simón, Tambo.. etc. Se mire por donde se mire, y a pesar de lo romántico de esta leyenda: La isla de San Simón siempre simbolizará nuestras bajezas y nuestro lado más oscuro.
                   
Juan acciono el resorte y se escucho un crujido…un panel junto al altar se desprendió levemente dejando al descubierto la oscuridad que reinaba en su interior. Andres arrastro con dificultad el pesado panel hasta abrir un hueco suficiente para entrar. Mientras encendia una vieja lámpara de petróleo, Juan se dirigía hacia la puerta de la capilla.
-Vamos Juan, cojamos los bultos y al tajo.- Andres salió de la capilla y se dirigió hacia el rincón de la isla donde había dejado los fardos de contrabando, mayormente café, alcohol y tabaco.
Cogio un par de ellos y se dirigió de nuevo a la capilla…le extrañó que Juan no lo hubiera seguido, pero supuso que se había entretenido con algo. Al llegar a la puerta de la capilla creyo oir un ruido tras el, se giro pero no vio a nadie.
-Juan: ¿eres tu? ¿estas meando o que?- no recibió respuesta. Se dirigió hacia el interior de la capilla donde reinaba un sospechoso silencio…-Juan ¿estas ahí?- la lámpara de petróleo estaba en el suelo, donde Juan la había dejado. No podia ver el interior del hueco, ya que la lámpara estaba en el medio de la capilla. Juan la cogió y se dirigió a la entrada de lo que ellos siempre creyeron que podría ser el sitio donde escondían os monjes lo poco de valor que había en la isla a la llegada de los piratas y saquedores que durante años la habían asolado. Se abrió paso entre telarañas, en un túnel húmedo y oscuro, donde en su infancia habían encontrado varias hebillas, monedas y hasta un crucifijo que su madre conservo hasta su muerte. Le pareció ver algo al fondo, pero no acertaba a identificar que era…-Juan ¿eres tu? ¿no andaras de carallada que no esta el horno para bollos rapaz- conforme se acercaba al fondo del pasadizo creyo reconocer  las piernas de su hermano tras un recodo, como si se hubiera sentado en el suelo. Se acerco y al doblar el recodo encontró a su hermano…sentado en el suelo y sin cabeza. Habia un gran charco de sangre a su alrededor.
Desesperado, tiro la lámpara y se precipito hacia la salida…tropezó varias veces cayendo al suelo y en su frenetica huida no vio lo que le esperaba en la salida. Lo vio casi cuando estaba ya encima de el, al salir corriendo de la capilla y freno en seco. La luna estaba situada a su espalda y su resplandor no le dejaba ver su rostro, ya que además lo ocultaba una oxidada celada, pero pudo ver perfectamente su silueta de casi de 2 metros y sus ropajes. Era un antiguo uniforme templario, raido, sucio y descolorido, manchado de sangre seca y otra reciente. Andres freno en seco aterrorizado, justo a tiempo de ver como el extraño sin rostro dejaba caer la espada que tenia empuñada y mantenía en alto…un golpe seco y oscuridad, solo oscuridad.

Esa mañana estaba fría. Los pajaros cantaban alborotados en el pequeño bosque que rodeaba la playa. Unos niños, seguramente hijos de marineros que estaban faenando en la bajura jugaban en ella. Uno de ellos miro hacia el mar y señaló. Entre la playa y la isla, a medio camino estaba la barca de los Castro, acercándose llevada lentamente por la marea. El rapaz se despojo de su raida camisa y de sus zapatos y se tiro al agua. Habia visto unos bultos desde la orilla y ya pensaba en el rescate…- mi padre dice “lo que esta en el mar es de quien lo rescata” – nadaba hacia la barca pensando en que seguramente seria algún alijo que se le había escapado a uno de los contrabandistas de la zona. Se acerco a la embarcación y de un salto subió medio cuerpo a ella…y se encontró un espectáculo que no olvidaría jamás…entre los bultos estaban los cuerpos de Juan y Andres Castro sin cabeza.

                                                                  Capitulo III
Habia un gran revuelo en la playa de Cesantes. Los vecinos se habian acercado atraidos por el vocerio y el fluir de gente hacia el arenal. Corria el mes de Mayo de 1950 y hacia un calor nada habitual para estas fechas.
Desde la playa podia verse la antigua leprosería que habian reconvertido con la llegada de la guerra Civil en  albergue de los militares que vigilaban la isla, convertida en carcel politica, así como al personal complementario (administrativos, intendencia o enfermería). Se construyeron en ella torres de vigilancia, se levantaron muros y se arreglaron los accesos.
Los presos, sometidos a condiciones inhumanas, estaban distribuidos en diferentes pabellones en deficientes condiciones sanitarias y de habitabilidad. En la isla no eran infrecuentes los fusilamientos masivos. Es incalculable el nimero de presos políticos muertos en ella, generalmente a manos de falangistas. La isla era considerada, por sus condiciones, una de los centros penitenciarios más temibles de Europa
Con la llegada de laGuerra Civil los edificios de la isla fueron empleados como campo de concentracion y de exterminio para los presos políticos contrarios al regimen. La mayoría provenían de zonas próximas como Vigo, Pontevedra, Orense y Villagarcia de Arosa. Tras la caída del frente norte republicano los presos provenían de diversas regiones del pais, donde las carceles se encontraban saturadas. Desde el puerto de Bibao partio hacia San Simon un viejo barco prision: el "Upo Mendi" construído en en los astilleros Euskalduna de Bilbao en 1911 y desguazado en Gijón en 1962 (después de haber cambiado su nombre, sin perder su negra y triste historia de crueldad, por el de Monte Jarindo en 1939 y por Felguera en 1952) abarrotado de prisioneros de guerra, con la idea de ponerlo al servicio del campo de exterminio fascista. La falta de calado impidio que el barco se pudiera acercar a la isla, quedando fondeado en aguas mas profundas con su macabra carga. En el barco, que también había sido utilizado como prisión de golpistas por el gobierno la II República Española, murieron de diarrea cronica, inanicion y falta de atencion medica cientos de comunistas, anarquistas y republicanos. Desde el proximo campo de concentracion de Camposancos tambien fueron trasladados a la isla varios presos condenados a muerte que fueron ejecutados en ella. En aquella epoca ademas muchos de los prisioneros fueron sacados de la isla y fusilados en las cunetas y caminos de localidades cercanas. El director de prisiones de Pontevedra y director de la Isla, Lago Bua y el forense Bustelo fueron responsables junto al actual comandante de puesto de la Guardia Civil, el teniente Rodriguez Veloso fueron responsables directos de los "paseillos". Se dedicaron ademas a detener a personas de derechas que encarcelaban en la isla para ponerlos despues en libertad tras la extorsion de sus familiares. Denunciados por una de estas personas se les sometio a un consejo de guerra donde fueron condenados a muerte y fusilados por un piquete comandado por su complice el teniente Rodriguez Veloso...
Como un homenaje desde aqui a esas personas, publico la relaccion de presos trasladados desde el campo de concentracion de Camposancos para ser fusilados en la Isla:

Fermín García Alvarez. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural de Carbonera, vecino de Santa Cruz del Sil, León, 42 años, casado (1 hijo), encargado de minas. Activista del PSOE; luego, del PCE; tomó parte en la Revolución del 34 y fue condenado a pena de muerte, que le fue conmutada, siendo amnistiado por el Frente Popular; al iniciarse el GMN, capitaneó un grupo que ofreció resistencia en su pueblo; capturado a bordo del "Gaviota".

Gregorio Mateos Maroto, "el Cepo". Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural de Nogués, Toledo, vecino de Nava, 39 años, casado (2 hijos), industrial. Dirigente del PSOE; participó en la Revolución del 34; de los comités de Guerra y Abastos; presidente de la cooperativa; fue nombrado juez municipal; capturado cuando huía a bordo del "Gaviota".

José González Iglesias. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural de San Andrés de Linares, vecino de La Felguera, 36 años, casado (3 hijos), electricista. De la CNT; había participado en la Revolución del 34; al iniciarse el GMN, del Comité de Guerra; tomó parte en los ataques a los cuarteles de Gijón; capturado cuando huía a bordo del "San Juan de Nieva".

José Alvarez García. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural y vecino de Gijón, 36 años, soltero, ajustador. De las JSU y de la UGT; de la Guardia Roja; participó en la Revolución del 34; al iniciarse el GMN, reclutó gente para atacar los cuarteles de Gijón; capturado en el "Mont Seny".

Isaías González Miguel. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural de Ezcaray, La Rioja, vecino de Olloniego, Oviedo, 29 años, soltero, minero. Del PSOE y de la UGT; había participado en la Revolución del 34 en el ataque al cuartel de la Guardia Civil de Olloniego; al iniciarse el GMN, formó parte de la expedición de obreros que salió por tren hacia Madrid; nombrado jefe de policía en Olloniego; policía secreta en Avilés; capturado en el "San Juan de Nieva".

Bernardino Fernández Velázquez. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural y vecino de Salas, 31 años, soltero, cerrajero. Dirigente del PSOE; había participado en la Revolución del 34; del Comité de Guerra; del Comité de Transportes; instructor de milicias; nombrado policía en Soto del Barco; capturado a bordo del "San Juan de Nieva".

Francisco Casal Sánchez. Condena: Pena de muerte. Fusilado: 5-8-38.
Natural y vecino de La Felguera, 28 años, casado, metalúrgico. De las Juventudes Libertarias y de la CNT; había participado en la Revolución del 34; tomó parte en los ataques a los cuarteles de Gijón; del Comité de Guerra; nombrado agente de Investigación y Vigilancia.
 Terminada la guerra civil se calcula que pasaron por la isla unos 5.000 presos. Al final de la contienda fueron trasladados reos politicos de mas de sesenta años desde otras cárceles de España. Pretendian que las condicones meteorologicas, la humedad y las enfermedades acabaran con ellos.
Oficialmente se la califico como colonia penitenciaria, pero en realidad era un campo de concentración, de exterminio para los presos políticos .Desde 1943 cuando el archipiélago dejó de funcionar como cárcel, las instalaciones habian sufrido un paulatino abandono, aunque ultimamente se habia oido que muy pronto se estableceria en las antiguas dependencias que habian servido de carcel en la isla, un espacio para el disfrute de la Guardia de Franco con nombre de Colonia de Educación y Descanso, que traeria a sus miembros a pasar allí sus vacaciones.


                                                           Capitulo IV

En la playa se arremolinaban los habitantes del pueblo. Habian sacado la barca del agua y la guardia civil ya estaba alli procediendo a tapar los cadaveres de los dos hermanos. El teniente Rodriguez Veloso examinaba la barca y los cuerpos:

- Malditos bastardos. Estos dos ya no me van a dar mas la lata.- le decia a su sargento - esperen al juez de guardia y trasladen los cadaveres a casa del medico.
- A la orden mi teniente!- El sargento se cuadro y dio a sus hombres instrucciones mientras el teniente se alejaba hacia el pueblo. En medio del camino un hombre totalmente vestido de negro y con un maletin se dirigio a el. No era de alli.
- Disculpe teniente- le dijo - debe ser Vd el teniente Rodriguez Veloso.
- Efectivamente- contesto el teniente mientras observaba de arriba a abajo al forastero.
- Soy el inspector Lopez Ayala de la brigada de investigacion forense- le contesto el extraño mientras se sacudia la ropa del polvo del camino - disculpe vd, es que he venido en coche desde Vigo, tengo la capota averiada y el polvo se ne ha quedado pegado.
- No se preocupe - al teniente empezaba a molestarle el extraño- supongo que lo habran enviado para investigar la muerte de los hermanos castro.
- Pues si, parece que es un caso extraño...para enviarme a mi....soy experto en una nueva modalidad: la criminalistica forense.
-No conozco esa tecnica- el teniente se quito el tricornio y se seco el sudor de la frente -es la primera vez que oigo hablar de ella.
- No me extraña - contesto el inspector - ya le he dicho que es una nueva modalidad. La Criminalistica se ocupa fundamentalmente de determinar en que forma se cometió un delito o quien lo cometió. Es fácil captar la gran diferencia existente entre la criminalistica y la criminología: la primera se ocupa fundamentalmente del "como" y "quien" del delito; mientras que en la segunda profundiza mas en su estudio y se plantea la interrogante del "por que" del delito.
- Ya - el teniente volvio a colocarse el tricornio - aqui somos mas de investigacion de campo como podra ver. ¿ha examinado ya el lugar del crimen?
- Si. Y ya he llegado a algunas conclusiones.
- Que interesante.....¿tan rapido? -el teniente escupio.


- Pues si....el corte de las heridas del cuello me dice que han sido seccionados con un arma importante con un filo muy trabajado...una espada seguramente, pero la limpieza del corte y su angulo tambien indica una fuerza sobrehumana...es como si un gigante les hubiera seccionado la cabeza con una gran espada.

- Pero eso es imposible - comento el teniente - un gigante...una espada...vamos amigo, que los cuentos medievales se terminaron en esta zona hace tiempo.

-Pues es como le digo teniente...alguien de mas de 2 metros cortó las cabezas de esos dos elementos con una gran espada y se las guardó....

Las caras de los curiosos agolpados en la playa reflejaban el miedo...un miedo ancestral alimentado por cientos de años de leyendas y mitos.

El camino hacia el desvencijado hotel era polvoriento. Cuatro guardia civiles cargaban las dos camillas que portaban los cuerpos sin cabeza. El teniente iba delante abriendo paso. Con sus botas de montar dio una patada a la puerta y esta se abrió con un estruendo. Despues de un rapido vistazo, ordenó a los guardias que entraran con las camillas y depositaran los cuerpos sobre unas grandes mesas que habian traido hasta alli del comedor exprofeso. Los numeros obedecieron y se fueron de alli rapidamente, temerosos de algo que se respiraba en el ambiente pero que nadie era capaz de ver...algo que no invitaba precisamente a quedarse alli demasiado tiempo.


                                                            
                                                               Capitulo V

La sala rezumaba un intenso olor a humedad, debido al abandono de muchos años.
Sobre dos mesas, estaban los cadaveres decapitados de los hermanos Castro tapados con sendas sabanas.
Lopez Ayala apuraba un cigarro entre sus dientes. Lo tiró al suelo pisandolo con sus zapatos acharolados pero  polvorientos. Se quitó la chaqueta y se remangó la camisa. Cojio de una silla un viejo maletin de cuero de esos que llevaban los doctores rurales de la epoca y lo depositó sobre una mesita metalica que habian colocado junto a una de las mesas donde yacian los hermanos.
Se colocó un par de guantes blancos impolutos y sacó del maletín  herramientas aceradas de lo mas variapinto: bisturís, pinzas, varias lupas de diversos tañaños, un  aparato extrano con varios pequeños soportes, una pequeña sierra de amputar, algodon, varios frascos.....
Ayala retiró la sabana que cubria uno de los cuerpos y se acercó al tajo del cuello. Con unas pinzas pareció retirar algo de la piel y lo metió en un pequeño sobre. luego rodeó el cuerpo y siguio examinandolo concienzudamente...la noche iba a ser larga.